“Te van a robar, matar o secuestrar”, eso es lo que le dijeron a los amigos y familiares del fotógrafo cuando mencionó que quería documentar la frontera entre Ecuador y Colombia. Lo que sucede a lo largo de la estrecha línea que delimita ambos países es una incógnita. Nadie sabe exactamente qué ocurre en los pueblos ubicados allí, pero todos están de acuerdo en que no es nada bueno. Es un territorio marginado, olvidado, peligroso.