Escrito de manera vertiginosa, con la conciencia de su propia muerte acechando después de un diagnóstico de leucemia, “No binarix” es el tipo de memoria que podríamos esperar de alguien que asumió la técnica burroughsiana del “cut-up” como misión vital. Cortocircuitar el control implicó para Genesis P-Orridge una práctica expendida, que no solo debía aplicar a su medio privilegiado, el lenguaje, sino también a las formas de vida establecidas y a su propia identidad. Esta memoria, por lo tanto, será todo menos convencional. Fluida. Fragmentaria. Mutante. No binaria porque el sujeto y el objeto, la figura y el fondo se fusionan y entrelazan. El yo está constantemente intervenido por su relación con otras personas como el mismo William Burroughs, Ian Curtis, Timothy Leary y Lady Jaye, con quien decidió terminar con el paradigma masculino/femenino y dar conocimiento a un nuevo ser unificado, con dos mitades de una nueva totalidad pandrógina.