Construido en 1889, el Instituto Mental de la Santa Creu se ocupó de los enfermos mentales de Barcelona durante un siglo. El colosal edificio situado a las afueras de la ciudad tenía capacidad para 700 personas. En sus últimos años tan sólo albergaba unos 40 pacientes, la mayoría de ellos mayores que no habían salido nunca del centro.
En su primer reportaje como fotógrafo en 1980, Tino Soriano logró entrar a escondidas aprovechando la ausencia de personal médico durante los sábados. Lejos de las ideas preconcebidas y los prejuicios que pudiera tener sobre las enfermedades mentales, se encontró con un grupo de personas inofensivas, amables, solitarias y abandonadas por sus familias. Vivían en unas condiciones calamitosas y temían al mundo exterior.
Este reportaje supuso el principio de la extensa carrera de Tino Soriano dedicada a retratar las facetas humanas del mundo de la sanidad.