Avendaño y Patiño -y viceversa-, entre verso y fonema, palabra e imagen, la circulación -y hasta el ulular- del intervalo, el entre, el entre dos. Lo cual es lo mismo que decir: la interrupción y, al mismo tiempo, el -incesante- deseo de reapropiación, de sugerencia en uno de lo que viene del otro y de fuera de uno mismo.
Nietzsche dijo, cerca: «¿Por qué dos? ¿Por qué dos palabras para decir lo mismo? Porque el que lo dice, es siempre el otro». Ritmo, entre-dos, cortocircuito entre escritura y pintura, palabra-imagen, esto es Caosmos: «Caosmos nos permite habitar el entremedio». O, como diría John Cage en un susurro, y no podía haber mejor frase para terminar: Water writes always in plural.
Alberto Ruíz de Samaniego